sexta-feira, 30 de outubro de 2009

Ainda há quem goste de Portugal!

Encontrei à pouco um texto na internet sobre a relação entre Portugal e Espanha e a ideia que os espanhóis têm de Portugal. Como achei super interessante, transcrevo-a, no dialecto original, que é um espanhol simples. Verão que saem daqui com o ego mais satisfeito. O texto é da autoria de Gabriel Magalhães:

“Portugal transmite una suave impresión de caos, parecida a la que uno siente en una tienda de antigüedades. El país vive en la esquizofrenia de ser una pequeña nación que ha llevado a cabo grandes cosas.
No obstante, cada vez más españoles se enamoran de Portugal y se adentran en el misterio portugués. Lo primero que comprenden es que se trata de un país apasionado por las distancias.
Cuando se está en Portugal no se está en Portugal, sino más bien en el prólogo de algo que se continúa en América, en África, en Asia y en el más lejano Oriente. El destino del país vecino es el viaje: se trata de una cultura que se busca a sí misma en el más allá. La consecuencia es que Portugal se descentra, se transfiere para su periferia. Y después pasa que uno se encuentra en Lisboa con una ciudad que es un hueco de nostalgias.
Quizás por todo esto al portugués, cuando llega a España, le parece que las personas están hablando a voces y que las cosas se han acercado peligrosamente a su cuerpo. Para los lusitanos, que son seres soñadores y muy virtuales, visitar España es como darse un buen masaje de realidades. Entretenido con esta dimensión erótica de la hispanidad, el portugués suele olvidar el laberinto de culturas y nacionalidades que constituye una de las riquezas y uno de los problemas de España.
Desde el siglo XVIII hasta la actualidad, la cultura portuguesa, consciente de su decadencia, ha vivido marcada por la obsesión mimética de lograr parecerse a los grandes países occidentales: la misma obsesión que existió en España, pero en el caso español esta manía imitadora se equilibraba con el amor hacia la pandereta y hacia todo lo castizo. En Portugal, casi no existe este orgullo nacional. El portugués ama demasiado lo extranjero. Las películas en otros idiomas siempre se han subtitulado. Por el contrario, España no es país de subtítulos, sino de doblajes. El Portugal actual no sabe por dónde tirar. No sabe cómo despertar. Pero este problema, que parecía ser específicamente portugués, se ha visto que, al final, es de todo el mundo occidental.
Quizás a causa de la fragilidad de su economía, Portugal sintió primero los síntomas de una crisis que es de todos. Efectivamente, la Península Ibérica constituye un lugar profético. Profética fue nuestra relación con el mundo árabe, a partir del 711: un anuncio de la tensión que marca, aún en la actualidad, las relaciones entre las naciones occidentales y el islam. Profética fue también nuestra expansión colonial: un bosquejo de la actual globalización. Profética fue en fin la guerra civil de España. Quizás esta capacidad de profecía ocurra porque llegan aquí primero las pateras de la historia.
En el callejón sin salida que es el presente de Occidente, Portugal se siente, por decirlo de alguna manera, en su ambiente. El futuro que no tenemos hoy los occidentales es el futuro que Portugal siempre ha tenido. Y puede que la capacidad de inventar y de inventarse de los lusitanos sea una de las llaves del porvenir.”

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